Dios, que según su abundante gracia, nos redime mediante el arrepentimiento y nos otorga la salvación, el don más imerecido para el hombre, pero que áun así, se perfecciona en sus escogidos por medio del amor del Padre y los frutos del Espítiru Santo, colmando al creyente de seguridad y confianza para vivir en su maravillosa voluntad.
"Señor, muchas gracias, bien sé que nada soy para merecer su salvación, y que el tenerla no es en mis fuerzas, porque también soy debíl... pero grande y fuerte eres tú para sostenernos y hacernos firmes en continuar el camino de la fe, descansando siempre en tú magnifica soberanía."
¡Dios te bendiga y te enseñe a confiar en su voluntad!
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